El fabricante alemán Audi enfrenta una crisis comercial en Estados Unidos tras la entrada en vigor de un nuevo arancel del 25% sobre autos y autopartes importados, impuesto por el presidente Donald Trump. Como respuesta inmediata, la marca ha suspendido temporalmente sus exportaciones de vehículos hacia el mercado estadounidense y ha retenido en puertos todos los autos ensamblados fuera del país desde el 2 de abril, a la espera de negociaciones entre Washington y Bruselas.

Actualmente, Audi no produce ningún modelo en Estados Unidos y depende completamente de la importación, principalmente desde México, Alemania, Hungría y Eslovaquia. El modelo Q5, fabricado en México, es uno de los más vendidos en el mercado norteamericano y también se ve afectado por la nueva política arancelaria.

Ante este escenario, Audi ha confirmado que decidirá este año dónde ampliará su producción en Norteamérica, considerando la construcción de una nueva planta en Estados Unidos o el uso de instalaciones existentes del Grupo Volkswagen, como la fábrica en Chattanooga, Tennessee. El objetivo es evitar los altos aranceles y mantener la competitividad de la marca en el mercado estadounidense. Aunque la estrategia de localizar la producción ya estaba en marcha antes del regreso de Trump al poder, la amenaza arancelaria ha acelerado la toma de decisiones.

El CEO de Audi, Gernot Doellner, ha señalado que la nueva instalación podría enfocarse en vehículos eléctricos y todoterrenos, aunque aún no se han definido los modelos específicos. La empresa cuenta con un margen de aproximadamente tres meses para mantener los precios actuales antes de que el impacto de los aranceles obligue a ajustar su estrategia comercial y de precios.

Mientras tanto, Audi y otras marcas del sector automotriz europeo continúan evaluando todos los escenarios posibles, incluyendo la reubicación de la producción y la revisión de sus cadenas de suministro, para hacer frente a un entorno comercial cada vez más proteccionista en Estados Unidos.