Un caso de maltrato a pacientes en un centro médico de Italia ha producido indignación mundial y ya ha producido decisiones judiciales. En su auto, el juez de instrucción expresó con claridad la gravedad del caso: «Las modalidades de la conducta, que el fiscal definió adecuadamente con una galería de horrores, proporcionan la "medida" del carácter de cada uno de los sospechosos, quienes no sólo han ejercido una violencia constante y sin precedentes sobre personas completamente incapaces de reaccionar, sino que también han acompañado sus indescriptibles acciones con palabras de burla, estigmatizando así los propios déficits mentales que padecen las personas ofendidas». Esta declaración se encuentra en la orden de prisión preventiva contra diez operadores del centro de asistencia gestionado por la Cruz Roja en la sede de Via Ramazzini. 

Cinco de estos operadores están acusados de tortura y los otros cinco de malos tratos a personas bajo su cuidado por motivos de tratamiento, vigilancia y custodia, delitos agravados por su condición de empleados del servicio público. Además, uno de los sospechosos enfrenta acusaciones de violencia sexual por haber abusado de una paciente en una ocasión.

Según la Fiscalía, los hechos ocurrieron en el Centro de Educación Motor (CEM) y se prolongaron en el tiempo, afectando especialmente a dos pacientes con patologías graves. La Cruz Roja presentó una denuncia ante la policía en abril del año pasado, lo que dio inicio inmediato a las investigaciones. Lo que levantó las sospechas de los responsables del centro fue el hecho de que una de las víctimas presentaba visibles hematomas en la cara. Para los investigadores, que realizaron indagaciones técnicas y recogieron numerosos testimonios, en general hubo "maltratos constantes y conductas opresivas".

Los resultados de la investigación muestran un patrón de abuso sistemático y sostenido, que incluyó tanto agresiones físicas como psicológicas, aprovechándose de la vulnerabilidad de los pacientes. Las acciones de los acusados no solo violaron la confianza depositada en ellos como cuidadores, sino que también agravaron el sufrimiento de los pacientes, quienes dependían de ellos para su cuidado y protección.