Durante el pasado fin de semana, las redadas migratorias se mantuvieron activas en varias ciudades de Estados Unidos, generando un clima de tensión e incertidumbre entre las comunidades afectadas. En paralelo, miles de personas se movilizaron el sábado en manifestaciones multitudinarias bajo el lema “Sin Reyes”, una protesta organizada para rechazar las políticas migratorias y de seguridad implementadas por el presidente Donald Trump.

Las marchas del sábado, caracterizadas por su tono pacífico pero firme, congregaron a ciudadanos, activistas y organizaciones de derechos humanos que denunciaron lo que consideran una criminalización sistemática de los inmigrantes y una amenaza a los valores democráticos del país. El domingo, en el centro de Los Ángeles, la ciudad permaneció en calma, pese a que se mantenía vigente un toque de queda nocturno impuesto como medida preventiva frente a posibles disturbios. Las autoridades reportaron una jornada sin incidentes significativos, en contraste con los días anteriores, en los que se registraron tensiones entre manifestantes y fuerzas del orden.

Otro aspecto que preocupa a los californianos es el componente racial de las redadas en contra de la inmigración ilegal ya que muchos ciudadanos estadounidenses, nativos y naturalizados, han sido detenidos bajo sospecha de ser ilegales pero sus arrestos temporales tienen un eje común: son de orígenes afrodescendiente, latino, oriental y árabe. Los afectados no creen que sea coincidencia pues muchos, al momento de las detenciones, se hallan en compañía de ciudadanos de apariencia caucásica y estos no son molestados por las autoridades.

California está en alerta máxima con inmigrantes que se esconden como roedores y un gobernador que ha retado abiertamente al presidente. El desarrollo de estos eventos refleja el creciente descontento social frente a las decisiones del gobierno federal, así como la determinación de amplios sectores de la población en defender los derechos de las comunidades más vulnerables.