Elio Enrique Bracho Briceño ha sido condenado a 45 años y 10 meses de prisión por el Juzgado Primero Penal del Circuito de Barranquilla, tras ser hallado culpable de tortura y homicidio agravado en el caso de su hijastro, Samuel Eduardo Cárcamo, un niño de solo seis años.

Este trágico suceso ha conmocionado a la comunidad del sur de Barranquilla, donde se reveló un patrón alarmante de maltrato hacia el menor. Los vecinos habían observado señales del sufrimiento que padecía Samuel. Una testigo relató un incidente que encendió las alarmas: "El niño bajó a botar la basura y se quedó atrapado en el tercer piso. Lloraba porque no podía subir y mencionó que si no lo hacía rápido su padrastro lo golpearía. Ese día, le tomaron una foto; estaba en bóxer, lleno de golpes, moretones y marcas de mordiscos".

Otros testimonios ofrecieron una visión aún más inquietante de la vida diaria de Samuel. Se supo que el pequeño vivía con un miedo constante a quedarse solo con Bracho. "Dormía en el balcón y solo lo dejaban entrar a las 4 de la mañana. Su padrastro lo maltrataba, apagaba colillas de cigarrillos en su piel y, según se rumoraba, abusaba de él", comentó otra vecina.

A pesar de las múltiples advertencias y señales evidentes del abuso, el horror culminó con la muerte del niño, un desenlace devastador que marcó el final trágico de su corta vida. La condena impuesta a Bracho no solo refleja la gravedad de sus crímenes, sino que también deja un profundo dolor en una comunidad que fue testigo de las señales ignoradas del sufrimiento del menor. La justicia ha hablado, pero el eco del sufrimiento vivido por Samuel persiste en la memoria colectiva.